Sueño Americano

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Percy Avendaño G.
Domingo 15 de septiembre de 2002

En busca del sueño americano

¿Qué tienen en común Miami, Nueva York y Ventura en el Estado de California? En todos esos lugares existen iquiqueños que recuerdan con cariños las tibias aguas de Cavancha y la elegancia del Teatro Municipal.

Ellos forman parte de un extenso grupo de personas que fueron en busca del sueño americano y que hoy han decidido compartirlo con sus coterráneos.

Al igual que muchos iquiqueños, John Escobar viajó junto a su esposa Lorena Mena a Nueva York durante las vacaciones de 1999. La idea era quedarse un par de semanas y conocer la ciudad. Sin embargo, las luces y el estilo de vida en esa zona fueron más fuertes. Decidieron quedarse y comenzar una nueva vida. Al principio fue difícil, especialmente hablar el idioma, las costumbres y la comida. "Si supieran el deseo que tengo de comer pan de la panadería Bulnes", asegura.

"La gente en Nueva York es muy especial. Ellos suben al tren subterráneo y no le dan el asiento a alguien con muletas o que no tiene una pierna. Yo lo he visto. El neoyorkino es frío, rápido y no le importa el resto de la gente".

A su juicio, lo que él cambiaría es la conciencia de la gente respecto a los demás. Después de los atentados, la gente se unió. "Pero ya ha pasado un poco. Era una moda. Ahora, en realidad todos están asustados".

Los trabajos que realizó fueron variados. Primero barrió al interior de una fábrica de ropa, luego estuvo en una fábrica de botones. En ese lugar aplicó los conocimientos de electrónica que aprendió en Iquique. Más tarde conoció a un ecuatoriano que se dedicaba a reparar calderas industriales y de hogar. A través de ese trabajo conoció a unos alemanas que controlaban la empresa Hasko Utilities. Una vez reparó un dispositivo electrónico que funciona junto a la caldera. Los alemanes quedaron impresionados, ya que nadie arreglaba esos aparatos, sólo los cambiaban por uno nuevo que cuesta alrededor de 1.400 dólares y le ofrecieron trabajo. La jornada se extendía de seis de la mañana a dos de la tarde. Ahí ganó dinero, pero no estaba cómodo.

Luego de unos meses, su esposa y él decidieron radicarse en Miami. John había tomado un curso de buceo deportivo y su intención fue dedicarse a trabajar en ese rubro. En primera instancia estuvieron en una empresa relacionada con ventas a través de Internet. El trabajo era bueno, pero al parecer los jefes no andaban en buenos pasos. En una ocasión llegaron agentes del FBI para investigar las actividades de la firma.

A pesar de este traspié, para John radicarse en Miami fue la mejor decisión. Ahí nació su hijo Sebastián el pasado 15 de julio. "El ya es un gringuito".

Asegura que trabajo nunca le ha faltado. "Aquí la mano de obra es muy bien pagada, incluso hasta la gente que recoge la basura gana buen dinero. Esa es la diferencia: aquí el que se parte la espalda trabajando, se le paga muy bien. Eso no ocurre en Chile".

Sobre Iquique, explica que "al pasar el tiempo y estar fuera del país, uno valora lo que tiene en su tierra".

"Me gustaría volver. Es nuestra meta final. Aún tenemos que juntar más dinero. La idea es montar un negocio en Iquique."

MIAMI

Miami también fue el destino para Viviana Ortiz Rojas y su familia. Actualmente Viviana tiene 40 años. Su juventud la pasó en Cavancha y en la casa de sus padres ubicada en calle José Miguel Carrera, entre Amunátegui y Barros Arana.

Sin embargo su interés no estuvo en buscar el sueño americano o el exíto económico, sino que prestar ayuda a las personas que más lo necesitan.

Luego de varios intentos y pensarlo muy bien, Viviana junto a su esposo Humberto Oyarzún viajaron hasta Miami para desarrollar una misión evangelizadora. En este proyecto también les acompañaron sus dos hijos Felipe y Yoselyn. Parte de este trabajo radica en prestar ayuda humanitaria y espiritual a las personas sin casa, los "homeless" que viven en Miami.

A pesar de la imagen de éxito económico y la belleza de su playa, esta zona posee una gran cantidad de personas desemparadas. "Aquí también hay gente que vive bajo cartones. Siempre encontrarmos gente de diferentes razas, países y, lamentablemente, también connacionales".

La situación se agrava aún más ya que la mayoría de esas personas presenta problemas de alcoholismo, drogadicción y prostitución.

"He sentido nostalgia de Chile. Pero al mismo tiempo sé que estoy aportando un grano de amor a las personas que más lo necesitan".

TODA UNA VIDA

Julio Rocha Cordero, 58 años, emigró a Estados Unidos en 1977 con su esposa María Mujica Ascui y sus tres hijos. Su decisión la tomó al poco tiempo después que su madre viajara a ese país para radicarse definitivamente allá luego de la muerte de su cónyuge.

"Yo me fui para acompañarla e iniciar una nueva vida".

Sin embargo, su presencia en Iquique había terminado 20 años atrás, ya que debido a su carrera militar fue designado a distintos cuarteles en Santigo.

Trabajó en una empresa del Estado hasta abril de este año. Actualmente está radicado en la ciudad de Ventura, ubicada en el estado de California, y tiene en mente crear una galería de arte en donde artesanos que viven en Chile puedan exihibir sus productos en Estados Unidos.

Desde que salieron de Chile, sólo han visitado Iquique en dos ocasiones. La primera en agosto de 1999, cuándo esparció las cenizas de sus padres en la bahía de Cavancha. Luego repitieron el viaje en abril de este año cuando concurrieron con su hijo mayor, y cuatro de sus nietos.

El mismo reconoce que no puede comparar el estilo de vida de Norteamérica con su experiencia en Iquique. "Hoy Iquique es increíblemente diferente, desde sus residentes, los puesto de erizos del mercado y su olor típico a condimentos".

Explica que esa misma sensación de agrado no es posible en Ventura, California. "Tenemos en común el océano Pacífico, pero no tenemos acá una playa como Cavancha".

De todas maneras Iquique siempre está en su mente, incluso en los momentos más extraños. Don Julio tiene una matrícula de automóvil personalizada. En vez de un número, la patente muestra el nombre de "Iquique". Recuerda que hace pocos meses iba en una autopista cuando un automóvil intentaba alcanzarlo, tocaba bocinas y adelantaba en forma imprudente. Al principio se asustó, hasta que comprendió que el otro conductor hacia señas a través de la venta para decirle que él también era iquiqueño. "No pudimos detenernos, pero ese momento me di cuenta que Iquique siempre lo llevaría en el corazón".

Percy Avendaño G.
pcavendano@terra.com

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Profesor en Kansas City

Ricardo Villalba Pedreros es profesor de inglés y actualmente se encuentra en Kansas City, estado de Missouri, completando una beca obtenida por la Fundación Fulbright. Es por ello que está dictando clases de español en Oak Park High School.

En Iquique pertenece al plantel del Liceo A-11 "Elena Duvaechelle" y el Departamento de Educación de la Universidad Arturo Prat. Ricardo Villalba es el único profesor de colegio municipalizado que fue premiado con esta beca de un año de duración.

Recordando desde Milwaukee

Gina R. Laude es una abuelita de 72 años que ha vivido durante 43 años en la ciudad de Milwaukee, estado de Winsconsin. Junto a ella están cinco hijos y siete nietos. A pesar del tiempo y la distancia, aún recuerda parte de su vida en Iquique, en especial a su hermano Armando Suárez que fue el mejor ajedrecista local en 1949.

También destaca a su otro hermano Freddy Suárez, que con sus 70 años a cuestas, todavía participa en maratones, especialmente la de Boston, Chicago, San Francisco y Londres.

 

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